Una niña dejó caer su muñeca mientras caminaba por el parque, sin darse cuenta. Vi su espalda alejarse, recogí la muñeca y me fui, sigilosamente, como siempre, sin que nadie sepa de mí.
Olor antiguo. Una oveja de hule en mis manos. El sonido que hace al apretarla se queda atrapado en el tiempo para burlarse en el futuro de mí. Mi abuela muy cariñosamente me trae unos autos de carrera para que juegue con ellos; son solo unas láminas de diez centavos para armar. Mi mejor recuerdo.
Ningún niño madura, solo se aburre. Se cansa de que lo carguen, de los juguetes, de la ilusión, de la rebeldía, del amor. Nada crece, solo cambia. Algunos amigos nos siguen, otros se quedan atrás. Mujer, ¿por qué insistes en la misma pregunta? Nuestra soledad depende de la torpeza del resto, no de la nuestra. Somos seres agradecidos.
Lluvia de muñecas en el parque.
Olor antiguo. Una oveja de hule en mis manos. El sonido que hace al apretarla se queda atrapado en el tiempo para burlarse en el futuro de mí. Mi abuela muy cariñosamente me trae unos autos de carrera para que juegue con ellos; son solo unas láminas de diez centavos para armar. Mi mejor recuerdo.
Ningún niño madura, solo se aburre. Se cansa de que lo carguen, de los juguetes, de la ilusión, de la rebeldía, del amor. Nada crece, solo cambia. Algunos amigos nos siguen, otros se quedan atrás. Mujer, ¿por qué insistes en la misma pregunta? Nuestra soledad depende de la torpeza del resto, no de la nuestra. Somos seres agradecidos.
Lluvia de muñecas en el parque.
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