08 julio, 2009

Diario de Alfons, 8 de julio 2009

Me miras con ojos de lástima, casi maternalmente, pero ¿es que acaso no es en nuestra diferencia en donde radica mi genialidad?

Diario de Alfons, 7 de julio 2009

No hay en los periódicos de hoy ninguna anotación sobre mi pequeña travesura de ayer. ¿Acaso he sido demasiado diligente? Demasiado.

05 julio, 2009

Diario de Alfons, 5 de julio 2009

Mi meta no es la puerta que tengo en frente, sino la que está detrás de esta, instintivamente. ¿No hemos pensado alguna vez así? ¿Por qué aceptarte a ti, a tu cuerpo, a tu sexo? Ninguna mujer está a la altura de su propia imagen; ningún hombre, a la de su buen gusto. Es el tiempo de los microcéfalos, de los hombres graciosos que yacemos bajo creencias estúpidas, ridículas,... necesarias. El nuevo mundo crece, y se amenaza a sí mismo presentándose. Solo eres carne, somos carne, y un poco de fluido rosa bajo una piel chiclosa. Risas, muecas de dolor. Microcéfalos amenos y humillados bajo un lenguaje colectivo, y un bajo vientre inconsciente.

Hoy mi alma yace despierta, ante el corazón y sus lamentos.

31 mayo, 2009

Diario de Alfons, 31 de mayo 2009.

Yo no vivo mi muerte, solo la actúo, la finjo. Imagino a los hijos que nunca tendré llorando sobre mi féretro. Quiero que mi ataúd no tenga ese vidrio de siempre, y que me entierren con algodones en el oído.

Yo no vivo mi muerte, solo la prefiero; la elijo de esa gran vitrina con los precios altos de todos los días. Yo no la vivo, solo la anticipo, porque después no hay tiempo. Porque el después será una descripción informal, un darse cuenta siempre demasiado tarde.

18 mayo, 2009

Diario de Alfons, 18 de mayo 2009

A veces nos llevamos recortes a casa. Rostros que nos son imposible poseer, respetando la distancia que hay entre nuestras carnes. El amor, al fin y al cabo, no es más que un malentendido, un consenso, una aberración; ¿acaso no es que ya lo he dicho antes? Cuando un nombre nos es imposible de repetir es cuando hacemos uso de la palabra niña o mujer. Poco a poco la mujer se vuelve elemento simple de la femineidad y ellas terminan siendo para nosotros solamente nuestra diferencia, aquella diferencia que nos hace hombres, siempre solitarios.

A veces llevamos recortes de rostros a casa. Cogemos con diligencia las piezas y las pegamos sobre un papel, y solo en ese entonces nos gustaría ser pegajosos. Solo en ese entonces nos gustaría transgredir el sustantivo con el simple adjetivo para luego no entender nada, pero así lograr evitar el llanto. Y hay cuadernos enteros de mosaicos dibujándote, uniéndote, idealizándote, solo para que llegado el día tu nombre sea irrepetible y tú lapida luzca vacía a fuerza de no repetir ya lo dicho. Hay veces que verte en la calle en el cuerpo de una niña y entender así la distancia (y el miedo a la cárcel) lo hace todo más fácil, siempre mirando, de lejos, sin llegar a tener. Solo se ama aquello de lo que se carece; ¿es que acaso ya no lo he dicho antes?

15 mayo, 2009

Diario de Alfons, 15 de mayo 2009.

La eterna fábula de las sesenta palabras por minuto, al mismo tiempo que tu perfil se me hace esquivo. Mis manos lentas y torpes lo caricaturizan todo. El amor hoy no es más que el producto del dialogo de un grupo de filoteratos, mientras los colores se hacen complejos y la humedad cicatrizante. Cada vez desvestirte es más doloroso, y lento.

Son los átomos estéticos los que me hacen quedar hoy en cama.

01 mayo, 2009

Diario de Alfons, 1 de mayo 2009

Es demasiado tarde para mí. Demasiado viejo para estos dientes amarillos y esta raya perfecta en medio. Hay una pereza atemporal en esta banca que me impide humillarme ante ti y distraerte un rato antes de la hora del amor. Simplemente es demasiado tarde para vestirme y sonreír.

Ya no hay manos que lleguen, ni tarde ni temprano, a socorrer de manera cómplice a las mías. Ya no hay inocencia en mi sorpresa ni calidez en tu burla. Demasiado viejo. Es tiempo de la comida en silencio, de las caminatas en sandalias, y de la cama sin el vino de la medianoche. Demasiado suaves son mis dedos hoy, hoy que no escarban la tierra.

Todo se siente tan corto y terminal, que da vergüenza al corazón.