12 abril, 2009

Diario de Alfons, 12 de abril 2009

Sobre las entradas de sus casas, los padres dibujan con tiza a sus hijos los números, las letras y muchas caritas felices. Símbolos de lo que es bueno en este mundo: científicos, filósofos, políticos. Un lazo de sangre anudado me envolvía el cuello deslizándose sobre mi pecho. El entrevistador me dice que debo sonreír más, ser amable, tener muchos deseos de superación y aspirar a ganar mucho dinero para poder casarme, comprarme una casa en un buen barrio y educar a mis hijos. Todo es demasiado enfermizo. Es demasiado tarde para esta ciudad.

Si al menos hubiese mencionado a una buena mujer en mi futuro, pero no lo hizo. Por la tarde llamé a Juan Carlos; quizás tendría un trabajo para mí en el burdel de su padre. Ver a hombres sorprendiéndose, teniendo erecciones y salivando por formas ya vistas y sentidas más de una vez no puede ser más enfermizo que los buenos deseos de mi entrevistador. No hay diferencia. Demasiado profesionalismo es lo que hay allá afuera, demasiadas putas acá. Lo atractivo de mi vientre es su inconsecuencia, y tal vez un poco de mi verguenza.

No hay comentarios: