09 abril, 2009

Diario de Alfons, 9 de abril 2009

Soñé que era invierno. Soñé. Desperté a las 3.15 pm. La ciudad me recibió con cientos de cuerpos digestivos que luchaban por continuar un día que ya debía haber terminado. El espejo se burló de mí. El otoño se burló de mí. Mis bolsillos se burlaron de mí. El mismo juego de todos los días; pero afuera siempre hay alguien más triste quien da ganas a uno de bajar y dar una vuelta. Dan ganas de pasar por su lado, robarle el olor, mirarle y sonreír frente a él. Pero de vez en cuando te regresa la mirada, y se corre el riesgo de volver llorando.

Al otro lado de la calle una mujer mira a un hombre, este le devuelve la mirada. Se acerca, le sonríe, conversan. Él le miente con las mentiras de ella. En dos horas habrán terminado de hacer el amor y antes del amanecer él se habrá ido para siempre, mientras ella ocultará su dolor con discursos de madurez. Nueve meses después un hombre más nacerá e inundará el mundo con su mal gusto.

Mientras se desnudaban compré una máscara que nadie quiso. ¿Es quizás por eso que la compré? El acabado es tosco y el arte débil, pero ahora está allí, mirándome y adornando un estante vacío que no alimento desde hace mucho. Mañana quizás ya sea invierno y haga menos hambre.

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