Mi meta no es la puerta que tengo en frente, sino la que está detrás de esta, instintivamente. ¿No hemos pensado alguna vez así? ¿Por qué aceptarte a ti, a tu cuerpo, a tu sexo? Ninguna mujer está a la altura de su propia imagen; ningún hombre, a la de su buen gusto. Es el tiempo de los microcéfalos, de los hombres graciosos que yacemos bajo creencias estúpidas, ridículas,... necesarias. El nuevo mundo crece, y se amenaza a sí mismo presentándose. Solo eres carne, somos carne, y un poco de fluido rosa bajo una piel chiclosa. Risas, muecas de dolor. Microcéfalos amenos y humillados bajo un lenguaje colectivo, y un bajo vientre inconsciente.
Hoy mi alma yace despierta, ante el corazón y sus lamentos.
05 julio, 2009
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